A lo largo de la historia, unos países se han colocado por encima de otros en la escala mundial. Así se ha podido determinar quién era la primera potencia, y quiénes, sus seguidores. Sin embargo, esta clasificación nunca ha hecho referencia a que las economías son muy distintas entre unos países y otros, o incluso entre grandes continentes.
Hay dos estudios, dos escuelas de economía, que son completamente aplicables a esas diferencias. No son otros que los estudios de la economía clásica, y la keynesiana, fundamentados en principios completamente contrarios.
La escuela clásica podría hacer referencia a la economía americana. Se puede decir que sigue sus principios, ya que esta es completamente capitalista. Esos principios son:
-El dinero es solo un medio de transacción, no tiene ningún impacto en la economía social. Viene reflejado por un conocido trabajo de Jean-Baptiste Say, que recibe su nombre para el estudio como “La ley de Say”.
Con esta ley, explica que el mercado es perfecto. En él, está toda la información del propio mercado y eso hace posible que el intercambio sea equiparable. Por lo tanto, como las empresas saben lo que necesitan los consumidores, la oferta, genera la demanda, y el precio al que se paga es razonable.
Por eso mismo, el dinero únicamente se utiliza como medio de transacción, no tiene otra función.
-El mercado es perfecto, existe libre competencia. Todas las empresas son capaces de entrar a ese mercado, por lo que es imposible que se fijen precios que no estén al alcance de los consumidores. Se vuelve a hacer referencia a que la oferta determina la demanda.
-El desempleo es voluntario. Todo el que quiera trabajar, trabajará, por lo que el paro es friccional o a corto plazo. El propio individuo es el que decide si quiere trabajar más, o prefiere dedicar más parte de su tiempo al ocio.
-La actuación del Estado es ineficaz. Como el mercado es perfecto, si hay algún fallo se corregirá por el propio funcionamiento del mercado. Por tanto, que el Estado intervenga con política fiscal (variaciones del gasto y transferencias, como puede ser la inversión o las pensiones a desempleados; o las variaciones de los impuestos) no sirve para nada.
Sin embargo, este capitalismo tiene errores. En 1929, con el primer crack de la bolsa, la gente empieza a quedarse sin trabajo, aunque quiera trabajar. No solo eso, aumenta la pobreza, las diferencias sociales, y los más desfavorecidos se multiplican. La escuela clásica nace cuando hay auge económico, cuando todo el mundo tiene trabajo y todo el que quiere tener uno puede conseguirlo, pero en ocasiones (crack del 29, la crisis financiera actual…) esos errores del mercado no se pueden resolver a corto plazo, sino que se alargan.
Por eso mismo, en 1929, aparece la otra figura que marca un cambio importante en la economía, sobre todo en la Europea: John Maynard Keynes. Por la influencia de sus trabajos, se genera lo que hoy en día conocemos como la economía keynesiana. Y sus pilares básicos son completamente contrarios a la estructura anterior.
-El mercado no es perfecto. No existe información perfecta, y la ineficiencias son estructurales (acaban corrigiéndose a largo plazo). No hay equidad entre clases sociales, y los que quieren encontrar trabajo no pueden acceder a él.
-El dinero puede usarse por varios motivos, no solo para comprar bienes de consumo. Así, cuando tenemos dinero, empleamos una parte para consumir, otra para especular (bolsa, mercado inmobiliario…) y otra, por el motivo precaución (ahorramos por si ocurre algo que no esperamos y, por eso, necesitamos el dinero).
-La demanda, genera la oferta. Entra en juego que si los consumidores no compran, las empresas tienen demasiados productos que no son capaces de vender, por lo tanto, dejan de producir hasta acabar el stock de sus almacenes. Si ocurre lo contrario, la gente quiere comprar más de lo que han fabricado, las empresas ven que sus productos se agotan, por lo que quieren fabricar más para poder satisfacer las necesidades de sus consumidores.
-La intervención del Estado es necesaria. La economía del país se centra en el bienestar social. Si la diferencia entre clases sociales se agranda, y los más desfavorecidos no pueden sobrevivir, el Estado debe hacer algo. Puede utilizar su poder para influir en la economía, dando transferencias (por desempleo, jubilación, orfandad, viudedad…), aumentando el gasto (carreteras, escuelas públicas, seguridad social…); o con los impuestos.
Así, aparece un nuevo término: política fiscal, que será expansiva cuando bajen los impuestos y aumenten transferencias y/o gasto; y será contractiva cuando suban los impuestos y disminuya el gasto y/o las transferencias.
Ana Chacorrén
JE-SIC
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